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La maldición de Bobby Lane...
De todas las historias que existen sobre los ya 90 años de historia de la NFL (en ingles no sería una redundancia, mira tu por donde), una de las que más me gustan es esta de la que hablaré ahora, seguramente porque tiene lo mismo de esotérica, que de cierta. Un saludo a Iker Jimenez!
Vayamos al tema. Situémonos en la década de los 50, cuando la NFL empezaba a despegar tras que los partidos comenzasen a ser retransmitidos por TV, y tras aumentar el número de franquicias en la liga (algún día hablare de la AAFC).

Bobby Lane era una gran estrella deportiva que llegó a Detroit en 1950 procedente de los difuntos New York Bulldogs como quarterback titular, y que llevó a los Detroit Lions a conseguir tres títulos de la NFL, en 1952, 1953 y 1957. Fue elegido para jugar en 4 Pro Bowls (el partido de las estrellas, para los que ya anden un poco perdidos) y se hizo un hueco en el corazón de una de las aficiones más exigentes, la de la ciudad del motor.
Unas estadísticas impresionante para la época le ponían camino de un aún no construido Hall of Fame, pero en 1958 la organización de los Lions decidieron traspasar a su quarterback estrella a los Pittsburgh Steelers, algo que a Lane le sentó como una patada en el culo (quizás hubo una patada en el culo física… ¿eso forma parte de la leyenda?) e hizo una declaración lapidatoria: “los Lions no ganaran nada en los próximos 50 años”.
Ahora, mirando la trayectoria de los Lions las siguientes 5 décadas, es donde lo esotérico hace que te recorra un escalofrió por la espalda. Hasta 1990 los Lions solo ganaron su división una vez, consiguiendo llegar a playoffs solo 3 veces, y perdiendo esas 3 veces en el primer partido. Solo en la década de los 90 gracias a uno de los mejores runningbacks (corredores, de los que corren…) de la historia, Barry Sanders, consiguieron volver a la vida, llegando 6 veces a los playoffs, pero solo en 1991 lograron llegar a la final de la conferencia NFC, perdiendo contra los Washington Redskins. Pero una vez retirado Sanders volvieron a los infiernos, tocando fondo precisamente el año que expiraba la maldición de los 50 años, logrando el peor resultado posible en 2008, 16 partidos, 16 derrotas.
No solo no ganaron nada en Detroit, además ningún quarterback logro triunfar en la posición que ocupase Lane en su día, siendo aun a día de hoy el mejor QB que haya pasado por esa franquicia.
Esta maldición puede q tenga una base científica personificada en William Clay Ford (de los Fords de Detroit de toda la vida, los de los coches) dueño del equipo desde 1964, y gran patán deportivo a los ojos de todo el mundo. Pero es más divertido pensar en lo paranormal.
Los Lions están ya liberados de esta maldición y confían en mejorar, gracias entre otras cosas al QB novato Mattew Stafford, #1 del Draft de este año, en quien depositan grandes esperanzas de éxito en los próximos años, como hicieron hace 50 años con Lane. Aunque a título personal, Stafford me huele a pufo. Pero claro yo soy muy yo pa’ estas cosas…