26 marzo 2010

Ser QB en Cleveland y no morir en el intento

La larga historia de los Cleveland Browns, que se remonta hasta 1946, se ve jalonada por grandes nombres como Jim Brown u Ozzie Newsome, y por algunos QBs que marcaron una época. Hablo de Brian Sipe, el jefe de los Kardiac Kids que ganara el MVP en 1980. Hablo también de Bernie Kosar, quien en 1986 vio como John Elway dejaba a los Browns sin Super Bowl en un partido por el campeonato de la AFC que paso automáticamente a la historia. Y mas atrás en el tiempo encontramos a una leyenda, a un hall of famer, a Otto Graham, triple MVP en la NFL en 1951, 1953 y 1955, a lo que habría que sumarle dos MVPs en la AAFC en 1947 y 1948, la liga que vio nacer a Browns y 49ers.


Pero la historia de los Browns tiene un punto negro en el camino, el momento en el que la franquicia casi desaparece, 1996. Ese año sin embargo, en mi opinión, creo que debe ser un año a celebrar, porque la ciudad de Cleveland y la larga afición de los Browns consiguieron retener la historia y el linaje de los Browns a orillas del lago Erie, y evitar que volasen junto son sus jugadores y staff a Baltimore. Allí se fundó los Baltimore Ravens, en una ciudad que en su día si que se vio robada su historia por los Colts, pero pese a que los jugadores siguieron en contrato en la nueva ciudad, la organización que les pagaba era técnicamente una nueva. Los Browns pasarían 3 temporadas hibernando y se les permitiría volver en 1999, ya con más apoyo económico de la ciudad que casi les ve marchar, y de nuevos patrocinadores que habían ayudado a pagar un nuevo estadio.

Si bien el equipo regresaba a la NFL, la tarea de reconstrucción deportiva iba a ser ardua, y por lo que se ve a día de hoy iba a dejar una marca, una cicatriz, de esas que por mucho que las de el sol tienen siempre ese mismo color. Esa cicatriz se encuentra alojada en la posición de QB, y sigue siendo visible en la ciudad. Y lo que viene ocurriendo estos días, la salida de Brady Quinn y Derek Anderson y la llegada de Jake Delhomme, es un claro ejemplo.



Cuando empezó 1999, a los Browns les concedieron el #1 pick en el Draft, como a los equipos nuevos. Eligieron a Tim Couch, un chico de la University of Kentucky con buena planta. Y la verdad que les dio cierta estabilidad, en 4 años fue titular en 51 partidos, pero las lesiones solo le permitieron estar los 2 primeros años sin hacer múltiples paradas en la enfermería. Y para colmo en 2002, cuando llevo al equipo a un record de 9-7 y a los playoffs como wild card, se lesiono en el último partido de la fase regular, una semana antes de un partido que tal y como había quedado el cuadro era nada más y nada menos que contra los Steelers, el archienemigo.

Kelly Holcomb, que ya había sido titular en 2 ocasiones ese año por las múltiples lesiones de Couch, se encontró como el líder de los Browns en una tarde gélida en Pittsburgh que pasaría a la historia, pese a que los Browns cayeron 36-33 en el último segundo. Holcomb lanzo por 400 yardas en el intento y se gano la legitimidad de competir por ser el titular al siguiente año. Pero ahí fue cuando el "Camarote de los Hermanos Marx" se instalo en el norte de Ohio.



Holcomb comenzó como titular en 2003, pero entre lesiones y intercepciones solo fue titular en la mitad de partidos, con Couch partiendo de inicio en la otra mitad. Couch acabo fuera del equipo, tuvo que mudarse a Canada para seguir jugando a algo, en la CFL. Holcomb se quedaría un año más, pero en 2004 llego Jeff Garcia desde San Francisco con galones, pero el sistema de los Browns era ya a esa altura una maquina devora QBs, marca de la casa de un equipo que seguía viviendo del cuento de ser un "equipo en reconstruccion".

Garcia fracaso y acabo lesionado, dando oportunidad de volver y fracasar a Holcomb, y de debutar al rookie Luke McCown. Pero en una situación calcada a la de la actualidad, los 3 QBs se largarían ese verano, incluido un rookie que ni se molestaron en mantenerle bajo nomina peor si acaso era un futurible. Ciertamente no lo era, pero ni probaron. En el Draft de ese año llego otro rookie, Charlie Frye, que este año se le vio por Oakland. Pero Frye se vio como suplente de un medio-jubilado, Trent Difler. Difler seguía viviendo del cuento de haber logrado un anillo con Baltimore, en un equipo donde pintaba menos que el aguador que daba Gatorade a una de las mejores defensas que jamás halla jugado a esto. Difler debía servir de mentor, pero su baja productividad forzó a acelerar el plan y Frye se estrello contra la realidad.



Difler se fue, y llego Derek Anderson, que había estado en prácticas por Baltimore el año anterior, y tras alguna lesión de Frye que seguía lanzando intercepciones, Anderson fue titular en 3 encuentros, sin tampoco deslumbrar, fruto de un equipo que supuestamente seguía en reconstrucción. Y el mayor ejemplo del caos que reina es el verano previo a la temporada 2006. Brady Quinn llego desde el Draft con la vitola de rey de Notre Dame y la gente cruzaba los dedos para que fuera la cara del futuro. Motivos para creerlo no faltaban, el chico llegaba hasta con patrocinadores, una marca de reconstituyentes vitamínicos o algo así. Pero el training camp no había hecho más que empezar.

A los ojos de los técnicos liderados por Romeo Crennel, quien por cierto ahora está ayudando en Kansas City, Frye se gano el puesto de titular ante Anderson y Quinn por ese orden. El debut de Frye fue tan desastroso que le traspasaron a los Seahawks el mismo lunes después del partido. Anderson cogió el equipo y dejo a todos boquiabiertos. 29 TDs frente a 19 INTs, mas de 3700 yardas y 10 partidos ganados de 15. Pero se quedaron fuera por muy poco de los playoffs, algo que quizás hubiese invertido de una vez la espiral negativa de los Browns.

Llego 2008 y la gran mayoría de jugadores que habían ayudado a Anderson a que el equipo funcionase, como Braylon Edwards o Kellen Winslow, se dedicaron a pedir más dinero y a vaguear en los entrenamientos. Anderson empezaba a tener que pagar los platos rotos, y su temporada acabo con una concussion en el noveno partido, dejando vía libre a Brady Quinn. El chico impresiono ante los Broncos, en una derrota por la mínima pero se lesiono. Y aparecieron por ahí Ken Dorsey y Bruce Gradkowski, la esperanza de los Raiders este año, para al menos llevar el barco a puerto, con solo 4 victorias. 2009 fue calcado a 2008, invirtiendo los papeles al principio entre Anderson y Quinn, Quinn era titular, se lesiono y volvió Anderson, que fue sustituido cuando Quinn se recupero, para volver a lesionarse y que volviese Anderson.



Los casos de QBs franquicia los conocemos todos, y es algo fundamental para ser exitoso. Pero incluso hay equipos que sin brillantez consiguen que un mismo QB este un par de añitos como fijo. Pero vivimos en un mundo rápido, y si encima tu organización es un caos ese pobre muchacho no durara dos añitos. Y los fans se compraran una camiseta, que ya al año siguiente no les valdrá.

Ahora que Quinn y Anderson se han ido a los Broncos y Cardinals respectivamente volvemos a tener una situación de deja vu, el titular y suplente del año que viene van a ser totalmente nuevos en la organización. Delhomme es el que se proyecta como titular, con Seneca Wallace, llegado de Seattle, de suplente. El ataque está destinado a girar en torno a James Davis, el RB de futuro en el equipo, pero podemos vivir otra página en la historia de los QBs de los Browns que será un calco del pasado. O no, ya veremos.

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