19 mayo 2010

La triste historia de Greg Cook

El peor enemigo de un atleta son las lesiones, eso es algo que todos como una máxima. Y todos sabemos de algún atleta, de multitud de deportes, cuya carrera se vio marcada por una grave lesión que, o por una mal curada que provoco recaída tras recaída. Muchos tuvieron que dejar su deporte, su profesión en algunos casos. Muchas promesas se quedaron por el camino, y algunos fueron demasiado cortos. Y si además de cortos fueron intensos entonces es cuando se habla de una estrella que nunca tuvo la oportunidad de brillar más allá de un chispazo.

La NFL no es ajena a estos casos, y son muy bien conocidos los casos de Gale Sayers o Bo Jackson por citar dos ejemplos. La leyenda de los Bears duro 5 temporadas antes de sufrir una lesión que sería lluvia sobre mojado, y que le obligaría a retirarse. Aun así sus meritos le convirtieron en el jugador más joven en ingresar en el Hall of Fame. Jackson duro 4 temporadas en los Raiders antes de verse forzado a abandonar la NFL con una lesión de cadera que se complico con una necrosis. Cierto es que si pudo seguir jugando al baseball, y continuo 4 años mas jugando en la MLB.

Pero la historia que mas me impacto cuando la conocí fue la de un chico que solo pudo jugar un año al máximo nivel, que no pudo brillar pese a que a día de hoy se considera su temporada de 1969, su única como una de las mejores de un rookie en la historia. Y la historia es más triste cuantos más datos lees, aunque más que historia triste es historia que no pudo ser. O quizás sea eso lo que la hace triste.

Greg Cook era un chico del sur de Ohio, un quarterback de la University of Cincinnati. Era buen jugador, alto, con planta, rubio, era un poster-boy, y los Bengals lo sabían. Los Bengals solo tenían un año de existencia, habían ingresado en 1968 en la AFL, a la que solo la quedaban 2 años de vida antes de juntarse con la NFL. Los Bengals buscaban eso que de tanto se habla en estos días en los que JaMarcus Russell ha sido la comidilla de la liga, un franchise quarterback, el jugador que sea el cuerpo y alma de tu equipo y tu personificación ante la afición. Los Bengals le tenían el ojo echado y en el Draft de 1969 se consumó todo.

Inmediatamente se convirtió en el QB titular, y no pudo comenzar mejor. Gano los tres primeros partidos, dos de ellos ante potencias del momento como los Chargers y los Chiefs. Pero fue en ese partido en casa ante los Chiefs cuando tras recibir un placaje noto algo en su hombro derecho, el hombro lanzador. Se pensó algo de carácter medio, un esguince o una mala dislocación. Se perdió los tres siguientes partidos, tres derrotas para los Bengals, y volvió a jugar con lo que se pensaba que era ya un hombro sano. Nada mas lejos de la realidad, tenía un desgarro en el rotatorio del hombro.

Los medios de los que se disponía de la época no consiguieron diagnosticar la lesión correctamente, en aquellos tiempos no había resonancias ni nada, y si no abrías la piel solo te quedaba confiar en las expertas manos de los fisioterapeutas que tocando el musculo o la articulación debían acertar en su diagnostico. A día de hoy un desgarro suele costar más de media temporada si no toda, dependiendo de la parte del cuerpo que sea, pero en un QB el un desgarro en el hombro suele dejar K.O. al jugador toda la temporada. A Cook le mandaron al campo a jugar los 8 partidos restantes, lo que empeoro gravemente su lesión.

Cook siguió lanzando, y logrando TDs, pero a un altísimo precio. Solo logro una victoria y un empate en lo que resto de temporada, en una conferencia oeste de la AFL en la que eran la cenicienta, pero esa victoria se logro ante los todopoderosos Raiders, algo que agrando mas su figura en Cincinnati. Acabo la temporada, afortunadamente para Cook que se veía obligado a tomar cortisona partido tras partido para aliviar un dolor para el que los médicos no tenían respuesta. Acabo con 1845 yardas en 11 partidos, 15 TDs por 11 INTs en una época en la que las INTs se veían como sacrificios aceptables en lugar de cómo errores. Sus 9.4 yardas por intento y 17.5 por pase completado son records de un rookie que aun están en pie, y le valieron para ser el Co-Rookie of the Year de 1969 en la AFL, junto con Carl Garret, RB de los Patriots.

Pero los médicos no tuvieron más remedio que abrir su hombro para ver qué demonios pasaba y se encontraron con una catástrofe. El deterioro en el rotatorio era irreparable para la época, e incluso había afectado a la base del bíceps. Tras tres operaciones se vio obligado a retirarse con 24 años de edad. Por aquella época en el staff de los Bengals estaba el difunto Bill Walsh, el hombre que gano en el banquillo de los 49ers 3 Super Bowls. Walsh tuvo el privilegio de entrenar desde su llegada a San Francisco a quizás el mejor que haya pisado la hierba de un campo, Joe Montana. Y sorprende oír declaraciones de Walsh en las que dice que la potencia que tenia Cook superaba incluso al que vio en el primer año de Montana, y entristece leer que Cook hubiese sido una leyenda de no haber sido por esa lesión.

Cook intento regresar en 1973, con los Bengals por supuesto, quienes le esperaron como se espera eternamente al amor de tu vida. Pero el daño estaba ya al otro lado de la línea de no retorno. Cook tuvo que empezar a pensar en la vida después del football. Alegra ver que de vez en cuándos e acuerdan de él cuando hablan de grandes temporadas y de jugadores que en su día asombraron al mundo, y el también se alegrara mientras se dedica a sus labores actuales, que son sorprendentemente labores artísticas. Cook se graduó en bellas artes en el mismo college que un día le vio lanza el balón como pocos.

La vida da muchas vueltas, pero entre tanto giro hay tiempo de pensar en que hubiese pasado si las cosas hubiesen sido diferentes, y en que quizás este hombre ahora tendría la mano llena de anillos de la Super Bowl. Quizás.


 
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