Joe Montana llego a Notre Dame en 1974. Los primeros años jugaba lo poco que le dejaban, y pese a que siempre que tenía que hacer alguna sustitución conseguía maravillar al público, la inestabilidad en el banquillo de los Fighting Irish no le permitió hacerse con el puesto de titular hasta 1977, en un partido en el que los 2 QBs que estaban por él en el depth chart se lesionaron. Consiguió en esa temporada 10 victorias y una invitación a la Cotton Bowl. Jugo y gano aquel partido contra Texas.
En 1978, el que sería su último año en college, Montana tendría ese último año que todos los jugadores sueñan. Se comenzó a labrar la fama de Joe Cool y sus remontadas en el último cuarto. Y fue en la Cotton Bowl celebrada el día de año nuevo de 1979 cuando esa fama alcanzo connotación general, en el que sería su último partido antes de saltar a la NFL. Contra Houston y en un día muy frio, Notre Dame se encontraron 20-12 abajo en el descanso. Pero peor se encontraba Montana. La fiebre que arrastraba le impidió salir en la segunda mitad, los médicos le ordenaron quedarse dentro, y para bajarle la fiebre le dieron una sopa de pollo caliente.
Mediado el último cuarto el partido estaba 34-12, no habían vuelto a anotar desde que en el primer cuarto Montana empezó a encontrarse mal, y sin él tampoco lo habían conseguido. Pero con menso de 8 minutos restando en el reloj, Montana sale fresco como una lechuga del vestuario. Montana comenzó a repartir juego, y se coloco con 6 segundos restando 34-28, para rematar el partido con un pase preciso al receptor Kris Haines. Ese partido se convertiría en el Chicken Soup Game.
En el Draft de 1979 Montana, en la 3rd round, fue elegido por San Francisco. Allí se hizo el más grande, y llevo a la ciudad a la cima del football. Y su leyenda de héroe de las remontadas se cimento en los partidos más importantes, como en su primera Super Bowl en 1982 contra los Bengals. Pero su momento más determinante como líder de un ataque, de un equipo fu en su tercera Super Bowl, en 1989 y también contra los Bengals.
Cuando los Bengals convirtieron un field goal con poco mas de 3 minutos por jugar para ponerse 16-13, los 49ers se volvían a encontrar perdiendo en el último cuarto y con el balón en manos de Joe Montana. No por haberlo hecho en otras ocasiones deja de ser impresionante lo que hizo. Un penalty en el retorno del kickoff situaba el balón en la yarda 8, a unas 60 yardas de un FG para empate, y a 92 de un TD que diese la victoria. Ese penalty puso muy nervioso a un equipo que veía peligrar su tercer anillo de campeones. Y en ese momento con el equipo como un flan Montana elimino toda la tensión con un comentario más propio de alguien que está viendo el partido por la tele que alguien que lo está jugando. Señalo a la grada desde esa yarda 8 y les dijo a sus compañeros “Hey, isn’t that John Candy?”
La referencia al conocido actor de comedias funciono. El equipo se rio, se quito la presión, y simplemente jugo como tenía que hacerlo. 3 minutos y 92 yardas después John Taylor recibía un pase de TD que daba al equipo una Super Bowl mas, la 3º de las 4. Y es este el momento que le define mejor, quizás no el mejor QB de la historia, puede que no el mejor jugador, pero si el mejor líder.
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